El empresario dirige la bodega rosarina que es una de las cuatro en todo el país que tiene certificación de “Empresa B”, elaborando un vino cien por ciento orgánico.
Con
un acto realizado en el “Salón Puerto Argentino” del Palacio Vasallo, el
Concejo Municipal le otorgó Diploma de Honor a Carlos Araujo, quien logró la
certificación de Empresa B, llegando a ser en la actualidad una de las cuatro
bodegas argentinas con esa distinción que premia la preocupación por el cuidado
del medio ambiente, su impacto social y un proyecto rentable
económicamente.
La actividad contó con la presencia de
la autora de la iniciativa del reconocimiento, la concejala Ana Laura Martínez
del bloque Unión Pro -Juntos por el Cambio, el homenajeado Carlos Araujo,
director de bodegas Araujo; Laura Araujo, prima e integrante de la empresa,;
Norberto Speciale, expresidente del Club Atlético Rosario Central; familiares y
amigos.
En cuanto al proyecto de decreto que
promueve el reconocimiento, se destaca que “la firma logró un nicho asegurado,
gente que sabe disfrutar de un vino Premium de tipo orgánicos hecho por
empresas preocupadas por el cuidado del medio ambiente y su impacto social”.
Por tal motivo se dispuso la entrega
de diploma de honor a Carlos Araujo “como director de Bodega Araujo, empresa
que obtuvo la tan merecida certificación de Empresa B, siendo uno de los nuevos
retos de las grandes empresas en el mundo”.
Este proceso les llevó más de cuatro
años. Primero se audita la empresa para chequear que no utilicen ningún agroquímico
y luego se constatan las políticas sociales y económicas implementadas.
Según argumenta la iniciativa “la
bodega fue considerada 100% orgánica ya que no le agregan sulfito, contiene
levaduras naturales y la fermentación es de igual proceso”.
Además “logró diferenciarse de
su competencia y tener un nicho muy importante para la comercialización de
vinos en Argentina, Sudamérica, Estados Unidos y Europa”.
Los vinos que comercializan hoy son de
alta gama, como el llamado “Graciano”, por su abuelo, y media gama como “Mimi”,
que es el nombre de su hermana.
Por su parte, la
concejala Ana Laura Martínez anticipó su
deseo de que “esto sirva como un puntapié para seguir con esta Rosario
pujante”.
Además valoró la capacitación de
Carlos Araujo, necesaria para llevar adelante la empresa. “Que esto sea el
puntapié para dar trabajo. Es un ejemplo no solamente para su familia, sino
como modelo de buenos vínculos”, agregó.
Luego
fue el turno de la entrega protocolar. Martínez entregó a Araujo los atributos
del Concejo Municipal correspondientes a este reconocimiento, en este caso
decreto con copia del texto legal, y diploma de honor; y un mate grabado a modo
de obsequio.
Continuó Araujo quien repasó con
humildad los avances de su empresa y aseguró que “algunas cosas se hicieron
bien”.
Aludió a Laura Araujo, parte
integrante de un programa de inclusión laboral, y que es una pieza clave en la
certificación de los procesos, en el desarrollo de los vinos orgánicos y en el
crecimiento de la bodega. Además valoró el apoyo de su padre, su confianza e
incondicionalidad.
Laura Araujo tomó la palabra al final.
Le dedicó palabras a Carlos Araujo, y dijo que “fue muy importante en su vida”.
Más tarde anticipó que la bodega va a
lanzar un vino rosado con su nombre llamado Laura (o Laurita) y que el mismo ya
cuenta con el diseño de la etiqueta correspondiente.
Sobre
el cierre de la actividad, Carlos reiteró los elogios a su prima. “Laura es la
base de la inclusión laboral. Es constante, es ejemplo. Invito a las empresas a
seguir este ejemplo”.
Sobre
Bodegas Araujo
Los Araujo son una familia de
empresarios ligados más al sector metalúrgico, y también tienen inversiones
inmobiliarias y agropecuarias.
Al principio del año 2000 la Bodega
fue pensada más como un hobbie, un campo para ir con amigos y tomar buen vino,
pero luego cuando Carlos comenzó a formarse en Agronegocios el proyecto
evolucionó y tomó otro rumbo.
La empresa logró diferenciarse de su
competencia y tener un nicho muy importante para la comercialización de vinos
en Argentina, en Sudamérica, en Estados Unidos y en Europa.
La certificación de empresa B es uno
de los nuevos retos de las grandes empresas en el mundo, un cambio de paradigma
total de triple impacto: empresas con compromiso social, de cuidado del medio
ambiente y proyecto rentable económicamente. Da una gran fuerza de venta;
permite exportar a nuevos países donde es el Estado el que compra (prioriza a
las Empresas B).
El proceso para certificar les llevó
más de cuatro años, de los cuales en los primeros tres los viñedos son
auditados para chequear que no utilizaran ningún agroquímico y luego se
constata las políticas sociales y económicas.
Que tras ese periodo el vino de la
Bodega fue considerado 100% orgánico, ya que no le agregan sulfito, contiene
levaduras naturales, se hacen con fermentación natural y tienen tratamiento de
efluentes.
Los vinos que comercializan hoy son de
alta gama, como el llamado Graciano, por su abuelo, y media gama como Mimi, que
es el nombre de su hermana.
El año pasado la bodega fue
distinguida en la World Bulk Wine de Holanda y el 2021 recibieron la medalla de
oro en la feria más importante del vino a nivel internacional, la Prowein en
Düsseldorf, distinción que les triplicó el precio de su marca.
Hoy es una empresa netamente familiar,
con 75 hectáreas en producción, 16 variedades de uvas, más de 60 empleados, y
alrededor de 230 cosechadores que se suman en la época de trabajo más intenso.