Los genocidas eran unos cretinos, a nosotros nos mentían
cuando íbamos a preguntar por nuestros familiares. Nos decían “Los que
desaparecieron, desaparecieron”.
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Lila Forestello |
Por:
Jorge Díaz
Adela Panelo de Forestello, conocida como Lila, nació en
Posadas, Misiones, 31 de enero de 1923. Hoy con 96 años sigue siendo una
activista por los Derechos Humanos y última referente de Madre de Plaza 25 de
Mayo de Rosario.
Fue Profesora de Matemáticas y trabajó en el Normal Nº1.
Se casó con Domingo Forestello (1917-1976), odontólogo y tuvieron dos hijas,
una de ellas fue Marta María “Lala” quien tenía 24 años y fue secuestrada el 19
de agosto de 1977 en la calle Lavalle entre 9 de Julio y 3 de Febrero de
nuestra ciudad. Estaba casada con Miguel Ángel Tosetti quien también fue secuestrado en setiembre de
1977 en Rueda 5545 y fue visto en la Quinta de Funes quien forma parte de los
30 mil desaparecidos por parte de las fuerzas civiles – militares de la última
dictadura en nuestro país. En dialogo con el Diario Algo en Común dio su
testimonio de lucha, militancia y coraje.
¿Cómo
comienza su militancia por los Derechos Humanos?
Tuve la necesidad de luchar porque los milicos habían
secuestrado a mi hija, Marta Forestello. Ella había desaparecido en calle
Lavalle y 9 de Julio, era militante. Yo le decía en ese entonces, sabiendo lo
que pasaba “No te metas con esta historia, porque si te metés en política
después no podés salir”. Ella lo tomaba con mucho cariño, se ocupaba mucho de
la gente humilde, iba a trabajar con ellos. Esa fue la razón por la cual
desapareció.
Entonces
ella no era subversiva, ni pertenecía a ninguna organización guerrillera. ¿Era
como cualquier joven que milita hoy en política, pero en esa época al sistema
le molestaba?
Ella estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas, era
muy buena alumna y estaba a punto de recibirse, pero le cortaron la carrera
desgraciadamente. Tenía 24 años, estuvo en pareja con otro militante y nunca
más la pude ver.
Una vez supe de ella que estaba detenida en la Quinta de
Funes, y yo alquilé una casa ese verano que estaba a dos cuadras de ese lugar
de casualidad porque no sabía que allí había un centro clandestino. Después lo
supe cuando fuimos a poner una placa como una especie de un monolito con los
nombres de quienes estaban desaparecidos. Nosotros no sabíamos que estaban en
ese lugar, lo pusimos y al día siguiente lo habían cortado y desapareció.
Tampoco sabíamos que ellos estaban tan cerca de donde nosotros habíamos estado.
¿Cómo
se entera el día que a su hija la habían
secuestrado?
Me enteró un sábado a la noche, yo iba circulando con mi
auto y veo al marido de ella que pasaba por calle San Juan, ante de llegar a la
Plaza Sarmiento, me mira y se viene hacia mí. Cuando entró al auto me dijo que
a su mujer se la habían llevado en tal parte. De ahí no supe donde había ido,
hasta que me enteré tarde que estaba en la Quinta de Funes, porque ellos habían
estados en otros lugares antes de ir allí.
Además, estuvieron en el centro de información, en la
Quinta de Funes, en la escuela Magnasco que no tenían baños, le habían dado una
lata para hacer sus necesidades. Fue lo último, porque después de allí se la
llevaron a la intermedia como lo llamaban ellos.
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Servicio de Informaciones, conocido como centro clandestino de detenciones «El Pozo». Foto: Jorge Díaz |
¿Que
era la Intermedia?
Era la casa de los Amelong, que queda en Timbúes cerca de
la Autopista Rosario-Santa Fe. Allí hay dos viviendas que fueron utilizadas
como centro clandestino, ese fue el último lugar donde estuvieron y ahí supimos
que los mataron a todos. Porque en ese momento, había alguien que estaba en
México y querían traerlos a los otros que estaban en ese país.
Mediante la “Operación México”, el jefe del Comando del
II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Galtieri quería atrapar a Mario Firmenich. Los
milicos querían utilizar a un detenido como especie de carnada para que se
comunicara con sus compañeros, que los convenciera para que volvieran y allí
poder agarrarlos.
El elegido estaba detenido en “Quinta de Funes”, era un
muchacho que tenía a su mujer embarazada y estaban los dos allí. Se llamaban
Tulio “Tucho” Valenzuela y su mujer Raquel “María” Negro.
Él se fue sabiendo que en ese país no entregaría a sus compañeros y se escapó. Contó a la
prensa que sucedía en Argentina, más precisamente en la “Quinta de Funes” y la operación fracasó.
Entonces avisaran acá de los sucedido, nada sabían de él
y lanzaron la orden de matarlos a todos, incluida su mujer embarazada. Allí en
La Intermedia, los hacían pasar de a uno, y así los mataron a todos.
Los cuatros genocidas que estaban allí, Rodolfo Isach,
Juan Daniel Amelong, Jorge Fariña, y Pascual Guerrieri, eran los cuatro que
estaban en la pieza, los hacían llevar uno por uno y los mataban ahí adentro.
¿Qué
le decían cuando preguntaban por sus familiares?
Los genocidas eran unos cretinos, a nosotros nos mentían.
Nos decían “Los que desaparecieron, desaparecieron”.
Los familiares se enteraban de las cosas, ellos solos se
acercaban. El resto de la gente sabía y sabían que no podían hablar.
Un día iba caminando por boulevard Oroño y 3 de Febrero,
y había un camión frente al Destacamento de Inteligencia 121, y el vehículo
emanaba olor nauseabundo. Cuando fue un juez a verificar que había en el
interior, levantó una lona y vio que había dos cadáveres.
De mi hija no supe más nada, a otras personas le
entregaron cualquier cosa, a otros los encontraron flotando, porque los mataban
y arrojaban al río.
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«Operación Masacre» de Rodolfo Walsh, uno de los libros prohibidos de la dictadura. Recuperado cuando fueron quemados varios libros, se encuentra en el Museo de la Memoria. Foto: Jorge Díaz |
¿Sabían
que las perseguían o sufrían algún amedrentamiento?
Siempre pensábamos que en las esquinas estaban los
milicos. No vestidos de militares, sino de civiles, porque veíamos gente que
nos miraba. Nosotros ya sabíamos de “Cómo te miran” y “Cuándo te miran”, lo percibíamos, estábamos
acostumbradas y nos hacíamos más fuertes, costó mucho pasar todo eso.
Por eso digo, nunca saben cómo sufrimos nosotros, con
decirles que cuando yo iba a los juicios, después también. Para entrar a la
sala del juicio había un policía sentado en un escritorio que controlaban a las
personas que entraban y estaba siempre. El mismo me decía “¿Ud. para que
viene?” “¿No se da cuenta que a Ud. le hace mal?”, y continuaba “No venga, no venga tanto”, y la
verdad que yo necesitaba ir.
Todavía van otras chicas a los juicios, yo les digo que
esos no son juicios, porque los verdaderos culpables no están en prisión.
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Cuadro exhibido en el Museo de la Memoria. Foto: Jorge Díaz |
¿Cómo
surgió Madres de Plaza 25 de Mayo?
Cuando nos juntamos al principio éramos todos familiares,
después no separamos de Plaza de Mayo, porque en Buenos Aires se juntaban en
Plaza de Mayo y eramos filiales de ellas. Luego formamos Madres de la Plaza 25 de Mayo, en ese momento
nos empezaban a conocer como “Madres Rosario”.
Un día, uno de los muchachos agarró un pedazo de lienzo,
luego me enteré que era una sábana vieja que la usó para escribir, no recuerdo
bien, pero me parece que decía “Madres de Desaparecidos”, eso era completamente
improvisado. Primero era blanco y luego encontramos una modista, hizo los
pañuelos colocándole el nombre de “Madres de Plaza 25 de Mayo”.
Como no sabíamos cómo daban la vuelta las Madres de Plaza
de Mayo. Nosotros empezamos a dar vuelta alrededor de esta plaza (25 de Mayo)
de Buenos Aires y Córdoba. La primera fue a lo largo de la plaza y luego donde
marchamos desde hace varias décadas todos los jueves.
Fuimos muchas que formamos el primer equipo de Madres,
muchos políticos querían usar nuestra lucha y esa fue una de las condiciones
que pusimos, dijimos que nadie se metiera en política porque íbamos a perder lo
que habíamos logrado nosotras. Me acuerdo que Darwina había aceptado un cargo y
cuando llegamos a nuestro local donde estábamos en la vieja casona de cortada
Ricardone donde nos habían dado el 2ª, le dije, que nadie se metiera en
política porque nosotras teníamos otro objetivo y renunció, y no formó parte de
esa línea política.
Recordó que en las marchas venía gente del exterior y nos
preguntaban ¿Acá también están reunidos? Respondíamos que sí. Nos decían que no
sabían que se reunían en Rosario, solo en Buenos Aires.
Nosotros desde hace muchísimos años que estamos aquí, y
fueron desapareciendo compañeros que estaban desde las primeras horas y ya no
están más. Ahí, nos dimos cuenta que el tiempo pasa.
Hoy, los chicos quieren ir solos a la Plaza,
sobretodo porque se juntan con todos. A
mí siempre me dicen “Te vamos a venir a buscar”. sonriéndose.
Nosotros teníamos mujeres que viven es España, que se
fueron allá porque veían que acá corrían peligro, habían matado a toda la
familia, se fueron y venían cada 24 de marzo, se quedaban unos días, nos venían
a ver y luego nosotras quedábamos aquí solas.
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Sala de la Memoria. Foto: Jorge Díaz |
¿Cómo
pudo recuperar a su nieta?
La encontré porque yo tenía muchas amigas muy conocidas
acá en Rosario. Las llamé a todas para que averiguaran algo, porque si yo iba
con mi nombre no me iban a decir nada. A través de ellas supe dónde estaba mi
nieta. En cuanto a mi hija nunca la volví a ver, en cambio vi al marido. Vino
una vez hablar conmigo, estando ella desaparecida y yo le dije que estaba muy
preocupada por mi hija y la nena que tenían. Él me dijo que “Estaban todos
bien, por suerte” , y la nena ya no estaba más con ellos.
Luego supe que mi nieta estaba en la alcaidía de mujeres
de calle Catamarca y Cafferata, me la llevaron un día cuando yo fui a preguntar
por la nena. Me la trajeron alzada porque yo había ido a preguntar
específicamente por la nena, me la mostraron, pobrecita era un desastre. Como
sabía que estaba allí, hice el reclamo directo y un juez ordenó devolvérmela.
Cuando la retiré, fui a buscar a una sobrina que hacía
poco había tenido un nenito para que le diera algo, que le diera por lo menos
la teta. La llevé al médico en primer lugar, porque cuando fui a buscarla tenía
caca de hacía varios días, tenía sarna, todo lo que te podés imaginar cuando
salió de ese lugar.
Cuando Marta desapareció, mi nieta tenía un año y
empezaba a caminar. Con la ayuda de mi familia, pude rescatarla y llevarla
conmigo, y así la recuperé. Hoy tiene 43 años y es arquitecta.
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Imagen que está en el Museo de la Memoria. Foto: Jorge Díaz |
¿Cómo
fue el juicio en la Causa Guerrieri?
El primer juicio en la Causa Guerrieri fue mío, ese
juicio fue el único que fue bien hecho, hice las declaraciones, se hizo en el
Palacio de Tribunales y fue un juicio verdadero, ahora los jueces son
distintos. Fue el primer fallo por delitos de lesa humanidad en Rosario.
Estaban los culpables, los defensores nuestros, varios
jueces y fiscales y nuestra defensora era una chica que después falleció y que
era una “Monada” como nos defendía, fue brillante.
También, estaba la familia de Amelong la que tenía La
Intermedia, yo nunca pensé que ella iba a ir, iba a defender a su hijo con su
presencia. En la sala estaba sentada en el medio prestando declaración dándole
la espalda a todos con mi pañuelo blanco, a la izquierda mía estaban nuestros
defensores y atrás estaban ellos, los que tenían la culpa que no decían ni mu,
por supuesto. En el banquillo de los acusados estaban Pascual Guerrieri, Jorge
Fariña, Juan Daniel Amelong y los agentes civiles Walter Salvador Dionisio
Pagano y Eduardo Rodolfo Costanzo.
Ese día estaba nuestra familia, el día que los
condenaron. Nosotros pedimos prisión perpetua para esa gente por delitos de
lesa humanidad y fueron condenados.
Ellos no nos mataron nunca, como ellos hicieron con los
nuestros, sino que se quedaron callados la boca y hablando en sus puertas.
Ellos anhelan quedar libres, pero no pudieron salir en libertad, ahora viven
cargando sus culpas. Nosotros conseguimos esa ventaja,le dieron prisión eterna.
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Lila Forestello, Elsa “Chiche” Massa y Norma Vermeulen. |
Ud. es la última referente que encabezan las luchas y las
rondas como fueron Darwina, Elsa «Chiche» Massa, Norma entre tantas que ya no están y que quedaran en nuestra
memoria. Son parte de nuestro patrimonio
y de la historia de nuestra ciudad,
sobre todo de Madres de Plaza 25 Mayo, defensoras de los Derechos
Humanos y tenían el coraje de enfrentarse solas a un aparato opresor como fue
la dictadura.
Siento mucha comprensión por parte de la gente, a las
rondas no va gente que no esté de acuerdo con nosotros, van espontáneamente,
nadie los obliga. Como ven no hay referentes directos, muchas veces me piden
que vaya y otras no puedo, y me dicen te estamos esperando. Dice Lila esbozando
una sonrisa, como quisiera estar siempre allá.
¿A
más de 40 años que ha cambiado, sobre todos en aquellos jóvenes que soñaban con
un mundo mejor y más justo con los de ahora?
Hoy, los jóvenes parecen que están más atento, pero no es
como antes, realmente estaban más de parte como parece, estaban los que estaban bien enterado y los que no. Pero,
uno ve una buena respuesta en general, porque mucha gente recién ahora o hace
poco se está enterando del daño que nosotras hemos pasado, esa es la historia.
Sin embargo, las marchas del 24 de marzo son
multitudinarias en Rosario, la gente no olvida lo que pasó, las recuerda y
acompaña con los cánticos de “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. Qué
sensación le da cuando miles de personas corean sus nombres?
Siento un gran reconocimiento, porque las que ya no
están, sus luchas no fueron en vano, y agradecemos a la ciudadanía por seguir
acompañándonos. También agradezco al artista plástico Dante Taparelli porque él
inventó las figuras de las pisadas en dorado (Pasos Encontrados en memoria de
las Madres que inmortaliza en bloques de cemento y bronce, replicando las
huellas reales de varias de las mujeres que integraron e integran la Asociación
de Madres de la Plaza 25 de Mayo, su lucha y testimonio), y así, a mucha gente
que construye y acompaña nuestro legado porque estas cosas no van a
desaparecer, porque detrás hay toda una lucha y una idea de ser, y esto va a
quedar como un legado nuestro. Finalizó Adela Forestello.
RELACIONADA
La Causa Guerrieri – Amelong
El 15 de abril de 2010 el Tribunal Oral en lo Criminal
Federal N° 1 de Rosario, integrado por los jueces y juezas Otmar Osvaldo
Paulucci, Beatriz Caballero de Barabani y Jorge Luis Francisco Venegas Echagüe
y como secretarios Osvaldo Alberto Facciano y Gonzalo López Quintana, dio a
conocer la sentencia en la causa conocida como Guerrieri I. Fue el primer fallo
por delitos de lesa humanidad en Rosario, posteriormente confirmado en
septiembre de 2014.
El ex teniente coronel Pascual Oscar Guerrieri, el ex
mayor Jorge Alberto Fariña, el ex teniente Juan Daniel Amelong y los agentes
civiles Walter Salvador Dionisio Pagano y Eduardo Rodolfo Costanzo, imputados
en esta causa, fueron condenados a prisión perpetua por los delitos cometidos
durante la última dictadura cívico militar.
Entre las víctimas de tales delitos han sobrevivido Jaime
Feliciano Dri, Adriana Elba Arce, Ramón Aquiles Verón, Juan Antonio Rivero,
Olga Regina Moyano, Graciela Zitta, Susana Zitta, Carlos Alberto Novillo,
Alejandro Luis Novillo y Emma Stella Maris Buna. Aún continúan desaparecidos
Eduardo José Toniolli, Jorge Horacio Novillo, Stella Hillbrand de Del Rosso,
Raquel Ángela Carolina Negro, Edgar Tulio Valenzuela, Carlos Rodolfo Laluf,
Marta María Benassi, Miguel Ángel Tosetti, Oscar Daniel Capella, Ana María
Gurmendi, Fernando Dante Dussex, Héctor Pedro Retamar, María Adela Reyna
Lloveras, Teresa Beatriz Soria de Sklate, Marta María Forestello, Liliana
Carmen Nahs de Bruzzone, Susana Elvira Miranda, Ariel Eduardo Morandi, Hilda Yolanda
Cardozo.
Esta causa*, conocida con el nombre popular de Guerrieri
I y su acumulada Jordana Testoni, comenzó a ser tramitada en juicio oral el 31
de agosto de 2009 en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Rosario.
Unificó los expedientes conocidos como Quinta de Funes y Fábrica de Armas
Portátiles Domingo Matheu ya que tenía a los mismos imputados.
En ella se investigaron los crímenes cometidos en los
centros clandestinos de detención que funcionaron en la Fábrica de Armas
Portátiles Domingo Matheu, en la escuela técnica N° 288 “Osvaldo Magnasco”, en
el Batallón de Inteligencia 121 y en los conocidos como Quinta de Funes, La
Calamita, y La Intermedia.
*Causa caratulada judicialmente como: “GUERRIERI, Pascual
Oscar, AMELONG, Juan Daniel, FARIÑA, Jorge Alberto, COSTANZO, Eduardo Rodolfo,
PAGANO, Walter Salvador Dionisio s/ privación ilegal de la libertad, amenazas,
tormentos y desaparición física” y sus acumulados: “AMELONG, Juan Daniel,
GUERRIERI, Oscar Pascual, FARIÑA, Jorge Alberto, COSTANZO, Eduardo Rodolfo,
PAGANO, Walter Salvador Dionisio s/ privación ilegal libertad, amenazas,
tormentos y desaparición física”, Expte n° 42/09
Contó como querellantes con:
– María Cecilia Nazábal de Dussex, Fernando Dante Dussex,
Alicia Gutiérrez, Eduardo Toniolli, Sebastián Álvarez y Olga Moyano por medio
de sus abogados representantes integrantes de la agrupación HIJOS Rosario: Ana
Oberlin, Nadia Schujman, Lucas Ciarnello Ibañez y Álvaro Baella
– María Adela Panelo de Forestello, Ramón Aquiles Verón y
Juan Antonio Rivero por medio de sus abogadas representantes Gabriela Durruty,
Daniela Asinari y Jésica Pellegrini
– Adriana Elba Arce por medio de sus abogadas representantes
Ana María Figueroa y Virginia Blando Figueroa
– la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por su
abogada representante Ana María Figueroa
– la fiscal general subrogante Mabel Yolanda Colalongo y
el fiscal coadyuvante Gonzalo Stara
En el caso de los imputados, la defensa de Pascual Oscar
Guerrieri estuvo a cargo de los abogados Mariana Grasso (defensora pública
oficial) y Gritzko Gadea Dorronsoro (defensor público oficial “ad-hoc”); la
defensa de Juan Daniel Amelong estuvo a cargo de Héctor Silvio Galarza Azzoni
(defensor público oficial); la defensa de Jorge Alberto Fariña y Walter
Salvador Dionisio Pagano la ejercieron los abogados Héctor Silvio Galarza
Azzoni, Nicolás Foppiani y Sebastián Velo (defensores públicos oficiales “ad-hoc”),
mientras que la de Eduardo Rodolfo Costanzo estuvo a cargo de Germán Artola
(defensor público oficial “ad-hoc”).
REFERENCIA
El Centro de Información estaba dirigido por el jefe de
policía, Comandante de Gendarmería Agustín Feced quien, participaba personalmente
tanto en los secuestros, como en la tortura, funcionó en la ex jefatura de
policías de calle Dorrego y San Lorenzo, conocido como centro clandestino “El
Pozo” estaba bajo la órbita de la policía provincial, aunque su control
dependía del Comando del II Cuerpo de Ejército.
La Quinta de Funes fue un centro clandestino de detención
en Funes, ubicada en el cruce de la ex Ruta Nacional 9 y diagonal San José, fue
el lugar en el que miembros del destacamento de Inteligencia 121, del segundo
Cuerpo de Ejército mantuvieron cautivos a hombres y mujeres perseguidos por su
militancia política, entre septiembre de 1977 y enero de 1978.
Allí funcionaba una imprenta clandestina, desde la cual,
el Ejército falsificaba folletos de militantes de Montoneros. En la Quinta de
Funes, se elaboró el Plan de Inteligencia conocido como “Operación
México”, cuyo objetivo fue secuestrar a
integrantes de la cúpula Montoneros, que estaban en ese país. Las personas
secuestradas en “Quinta de Funes” fueron derivadas luego del fracaso de esa
operación a la “Escuela Magnasco” y por último a la casa quinta conocida como
“La Intermedia” donde todas ellas fueron ejecutadas ilícitamente.
En 2016 señalizaron la “Quinta de Funes”, como “Sitio de
Memoria del Terrorismo de Estado” y se aprobó la expropiación del predio donde
funcionó este CCD para conservar la edificación y resguardar los valores
testimoniales históricos y culturales.
La Quinta de Funes formaba parte de una estructura de
cinco centros clandestinos de detención que operaron bajo la órbita del Destacamento
121 del Ejército. La causa en la que se investigaron los delitos cometidos en
ese conjunto de instalaciones se conoce como Causa Guerrieri III. En 2017 se
condenó a prisión perpetua diez ex militares y civiles por delitos cometidos
contra 47 personas, de las cuales 24 permanecen en calidad de desaparecidas.
Escuela técnica Nº 288 “Osvaldo Magnasco” de calle Ovidio Lagos 1502 de Rosario, alojó
en 1978 un centro clandestino de detención que operó durante unas pocas semanas
de enero y febrero de 1978, durante el lapso en que estaban interrumpidas las
actividades escolares normales debido al receso de verano. El 19 de enero, un
grupo de detenidos ilegalmente, entre ellos una mujer embarazada, fue
trasladado desde el centro clandestino de detención que operaba en la Quinta de
Funes y en una sala de la planta alta, donde fueron torturados. Poco después
fueron trasladados a La Intermedia y allí asesinados.
El director de la escuela Magnasco era Néstor Bertotti.
Varios referentes de organismos de Derechos Humanos afirman que tenía una
vinculación cercana con las fuerzas represivas. En 2011, la profesora de lengua
Sonia Valladares relató que Bertotti coleccionaba armas y era “muy común verlo
limpiar sus pistolas en su escritorio, como una manera de amedrentar”.