El acto se realizó el martes 2 de octubre en el recinto
de sesiones y estuvo encabezado por la autora de la iniciativa quien con mucha
emoción reconoció el trabajo realizado por la médica octogenaria, tanto en
Rosario, el interior de Nicaragua y su Goya Natal.
La emotiva ceremonia se inició con el ingreso de Lemos al
palco de honor, espacio en el que estuvo acompañada por su hijo “nicaragüense
puro” según sus propias palabras, y nietos, además de allegados y compañeros de
militancia política.
Luego de la lectura del decreto, Lepratti recordó como
conoció a la médica en momentos en que llegó a Rosario. “Feli, es un orgullo
hacerte merecedora de la distinción más importante que puede dar el Concejo
Municipal”, expresó.
“Es una forma de agradecerte –prosiguió– de esta manera
tan significativa lo mucho que significás, lo mucho que diste y seguís dando,
tu solidaridad, tu lucha y tu resistencia”, sintetizó la edila del FsyP.
Luego se exhibió un video que dio cuenta de la vida de la
epidemióloga tanto en Argentina como en los países que transitó, especialmente
Nicaragua.
En representación de la casa estuvieron presentes las
concejalas María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, y Norma López, del
Frente para la Victoria, quienes junto a Lepratti hicieron entrega del texto
declarativo, diploma y plaqueta recordatoria. El acto estuvo organizado por la
Dirección General de Ceremonial Protocolo que también otorgó una medalla.
Luego de la entrega formal, Lemos relató cómo se inició
su carrera en su Goya de nacimiento, ciudad que tuvo que dejar en épocas de
dictadura. Agradeció especialmente “a la gente querida de la vida” y a su
familia que la acompañaron en el acto.
“Quisiera poder contarles en este breve tiempo cómo fue
mi vida, tan intensa”, dijo y no olvidó mencionar sus años en la clandestinidad
y momentos de mucho riesgo, cuando su vida pendía de un hilo. Y por supuesto,
su experiencia en Rosario a principios de los noventa cuando se incorporó a
trabajar como médica en el ámbito municipal y provincial. En ese registro,
mencionó a “muchos compañeros de la salud pública”, especialmente a Débora
Ferrandini, fallecida hace unos años.
Su trabajo en el campo de la epidemiología estuvo
atravesado por otras disciplinas. Logró amalgamar de manera ecléctica ciencia y
lucha, un profundo compromiso por la identidad y los derechos básicos de los
barrios rosarinos más postergados.
Del acto participaron el secretario general de la
Asociación de Trabajadores del Estado (Ate) Rosario Raúl Daz y la secretaria
adjunta Lorena Lorena Almirón; y Gustavo Martínez asistió en representación de
la CTA Santa Fe. Sentados en las bancas y las gradas, estuvieron presentes
representantes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (Medh) y otros
organismos, trabajadores de la salud pública y representantes de las
organizaciones sociales.
En el conjunto de adhesiones se leyó la enviada por el secretario
de Salud Pública municipal, Leonardo Caruana, quien destacó su trabajo.
La declaración de Lepratti destaca la “coherencia
política, gran compromiso social e importante trayectoria profesional, de quien
a través de su vida, viajes y militancia inclaudicable se muestra como un faro
necesario para las generaciones futuras”. Además de Lepratti, el proyecto fue
acompañado por los ediles Pedro Salinas, Marina Magnani, Norma López y Eduardo
Toniolli.
Biografía
Lemos nació en Goya, en 1938, y reside en Rosario desde
principios de la década del noventa. A nuestra ciudad llegó luego de haber
transitado una profunda experiencia como médica rural y epidemióloga, carrera
que perfiló inicialmente hace medio siglo en los Esteros del Iberá y luego
continuó en África y Nicaragua. En ese país latinoamericano participó en la
atención primaria durante la etapa revolucionaria de 1979 a 1991.
“Abarcar la vida de María Felisa Lemos implica meterse de
lleno en la historia latinoamericana durante la segunda mitad del siglo XX.
Ella desvela sus orígenes como la fuente de amor por su tierra”, expresó
Lepratti en los fundamentos.
La médica proviene de una familia que se instaló en
Corrientes en el siglo XVIII, cuando salían de Asunción a fundar ciudades. “Eso
me hace sentir profundamente enraizada a estas tierras, a este continente”,
expresa Lemos.
En 1956, luego de recibirse como maestra normal, decidió
trasladarse a Buenos Aires, albergándose en la casa de una tía, trabajando en
lo que fuera para mantenerse, situación que le permitió estudiar Medicina en la
UBA, título que consiguió en 1967.
Desde entonces gestó una costumbre que la acompaña
siempre: “Amar, trabajar, militar y estudiar simultáneamente”.
En la década del 60 abrazó las ideas del movimiento
obrero estudiantil argentino que luchaba contra la dictadura de Onganía, las
del Mayo Francés, “enamorándose del movimiento feminista y siguiendo de cerca
los primeros pasos de la Revolución Cubana”.
De 1967 a 1970 se desempeñó como médica rural de los
Esteros del Iberá en su Corrientes natal. “Fue una experiencia muy rica, sobre
todo por la gente. Al principio no podían entender porque estaban acostumbrados
a los médicos varones. Que apareciera una médica mujer les pareció de lo más
extraño. A pesar de ello fui muy bien recibida y aprendí tantas cosas del
interior profundo, costumbres, saberes y conocimientos que me enriquecieron
como persona y médica”, recuerda a través de reseñas de su vida.
Becada por una beca obtuvo la maestría en Salud Publica
en la UBA en 1970. A partir de allí volvió a su región para desempeñarse como
Directora de Planificación hasta 1973.
La desaparición de dos compañeras que vivían con ella,
sumado a la persecución a la que estaba expuesta y la detención de su compañero
Enrique, la obligaron a permanecer en la clandestinidad hasta que cambos
pudieron exiliarse en Francia desde 1978.
En París, consiguió revalidar su título de médica luego
de rendir las equivalencias y pasa a trabajar en el INSERM (Instituto Nacional
de la Salud e Investigación Médica).
Luego participó del proceso de transformación de
Nicaragua, país en el que vivió 12 años hasta que retornó a la Argentina y se
afincó en Rosario.