NOTA DE OPINIÓN
En las últimas horas el PRO oficializó su vínculo con la Unión
Democrática Internacional, organización que tiene como fuerza clave al partido
de Ángela Merkel, el PP Español, el Partido Acción Nacional de México, el
Partido Conservador Inglés y el Partido Republicano norteamericano, la fuerza
que llevó al poder a Donald Trump.
La organización, fundada a comienzos de los
80 por varios jefes de estado y de gobierno prominentes, como Margaret
Thatcher; George H. W. Bush; Helmut Kohl y Jacques Chirac y que se define como
la “Unión de partidos de derecha del mundo occidental” y entre sus objetivos,
persigue el libre mercado y la protección superior de la propiedad privada.
La decisión del PRO de salir del closet y aceptarse como
miembro de ese club, es una buena noticia. Todos los países del mundo tienen
fuerzas de derecha o de centroderecha, pero en nuestro país -con la excepción
de la fugaz UCD- nadie quiso ponerle nombre ideológico a ese espacio, por la
incomodidad que supone asumir esos valores.
Pues bien: el PRO definió lo que representa, y es sano.
Pero ese conjunto de valores presente en los gobiernos de
derecha en el mundo entero nunca podrán ser los mismos que representen a la
UCR. O al menos, a los sectores de la UCR que nos identificamos con el ideario
socialdemócrata Alfonsinista, y que creemos en el desarrollo de la economía con
una fuerte presencia del Estado y a la democracia como el único espacio posible
de convivencia, sin discriminación ideológica alguna. En este sentido ser
progresista significa hablar de excluidos y trabajar para incluirlos en una
sociedad solidaria. Las políticas de derecha, por lo contrario, profundizan la
brecha con los que más tienen.
En este contexto, no podemos más que repudiar un conjunto
de decisiones que apuntan a deteriorar el poder adquisitivo de los argentinos,
y a profundizar la pérdida de puestos de trabajo, así como otras que desde lo
estrictamente ideológico minimizan fechas patrias que representan los valores
de la democracia (como el 24 de marzo o la reivindicación de nuestra soberanía
sobre Malvinas o nuestro emblema nacional) aun cuando después retrocedan
mirando las encuestas.
Frente a este estado de situación, reiteramos lo que
venimos afirmando desde aquel pacto espurio que se firmó en Gualeguaychú, que sepultó las
ambiciones de construir una alternativa progresista en la Argentina y que sólo significó el acomodo de
algunos funcionarios radicales en el nuevo gobierno… La UCR no puede seguir
asociado al PRO, y somos miles los radicales que reclamamos que le pongan fin a
esta aventura meramente electoralista. La
UCR, no es una fuerza de derecha, ni tiene que ver con aquellas que se
definen como tal.
En un año electoral, y mientras un minúsculo grupo de
supuestos referentes de la UCR se regodean porque comen un asado en Olivos con
Macri, las mayorías sufren un ajuste desmesurado. Los radicales que respetamos el
origen popular de nuestro partido y que vivimos este doloroso presente
partidario con vergüenza, exigimos a nuestros dirigentes nacionales que desaten
a la UCR de esta nueva página neoliberal en nuestra historia.
No somos eso, no queremos ser eso, nunca seremos eso.
Jorge Henn
Diputado Provincial