Desde
el año 2012 impulsamos en la Cámara de Diputados de la provincia un paquete de
proyectos de ley sobre consumos problemáticos y adicciones que pedimos
incansablemente que sean debatidos y aprobados.
No es de ahora, hace tiempo
reclamamos que hay ocuparse de todos los jóvenes con los medios que sean
necesarios para garantizar su derecho a la salud. Este flagelo nos golpea todos
los días, sin distinguir clases sociales, se hace presente cada vez que queda
una cama vacía
El
crecimiento del consumo de drogas de diseño es un problema de proporciones
globales y nacionales del cual Santa Fe no está exenta. Estas drogas tienen dos
características principales. Por un lado que son químicas, se hacen en
“laboratorio”, y la otra característica a destacar es que la sociedad no las
considera “problemáticas”, ya que sus usuarios no roban, no molestan, no se
internan y se escapan, no son perseguidos por la policía.
El
consumo de drogas de diseño en Argentina se segmentó en un público de alto
poder adquisitivo. De hecho asistir a una fiesta como la organizada por Time
Warp costaba entre $ 550 y $ 1000 cada entrada, llegando a los $ 16.000 por un
VIP. Ni quienes consumen, ni las autoridades, ni la sociedad, ni siquiera sus
familias lo consideraban “problemático”, al contrario se lo entendía como
“inofensivo”.
El
absurdo y dramático caso que nos conmueve forma parte de una peligrosa
tendencia que interpela. Todo el armado de estas fiestas está concebido para la
venta y consumo de estupefacientes, siendo el éxtasis y otras drogas sintéticas
las sustancias que más circulan y quienes las consumen no están exentos de
padecer problemas neuronales, físicos y psíquicos, o incluso de perder la vida.
¿Nadie se pregunta por qué lo único que se vende es agua mineral y golosinas?
¿Los sponsors de estos productos no saben para que se utilizan?
A
pesar de realizarse en salones habilitados, se venden sustancias ilícitas y se
facturan millones. Las invitaciones a través de redes sociales, el modo de
traslado, la música, las luces, forman parte de una estrategia de mercado que
termina poniendo en riesgo a miles de jóvenes.
¿Se
puede seguir mirando para otro lado? Si es un consumo que la sociedad y las
autoridades no registran como “peligroso”, no podemos esperar que adolescentes
y jóvenes así lo reconozcan frente a la ausencia de un sistema que debería
protegerlos, y por ejemplo no permitan que se los prive de agua y paguen $80
una botella que en otro lado consiguen al 10% de ese valor.
El
Estado debe hacerse cargo de prevenir los consumos problemáticos y de ejercer
mayores controles sobre estas fiestas privadas, para evitar que arruinen la
vida y salud de nuestros jóvenes, a los que invitan a bailar con la muerte, de
lo contrario seguiremos lamentándolas o lo que es aún peor, nos acostumbraremos a ellas.
Accionemos ya para frenar este flagelo que sacude a los jóvenes de nuestra
sociedad, manifestándose de manera distinta, en contextos y con sustancias
diversas, pero que sigue siendo un problema que atañe a toda la sociedad.
Es
necesario implementar dispositivos específicos de prevención en serio con
acciones en el territorio, en los ámbitos educativos y sociales, y asimismo
disponer la infraestructura adecuada para brindar oportunidades de tratamiento
a quienes no pueden salir de otro modo. Por eso insistimos en debatir los
proyectos de ley que presentamos y que sean aprobadas nuevas normas para
construir una política de Estado a largo plazo.
Ariel Bermúdez
Diputado provincial de Santa Fe