Entre
bares emblemáticos y lugares que signaron sus historias, pasando por su barrio
y sus anécdotas, la vida del genial escritor y humorista rosarino Roberto
Fontanarrosa puede rememorarse paso a paso, a partir de un singular recorrido
por la ciudad donde nació y eligió vivir.
Como
no podía ser de otra manera, la presentación tuvo lugar en el bar El Cairo
junto a viejos amigos del Negro e integrantes de la “Mesa de los Galanes”. El
evento fue presidido por el secretario de Turismo y presidente del Ente
Turístico Rosario (Etur), Héctor De Benedictis, y contó con la presencia del
secretario de Turismo de la provincia de Santa Fe, Martín Bulos; el director
ejecutivo del Etur, Federico Stolar; el presidente del Teatro El Círculo, Guido
Martínez Carbonell; el director del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa,
Rafael Ielpi, y representantes de otras instituciones, agencias de turismo
receptivas y medios de prensa.
Fue
un encuentro relajado en el que no faltó una cuota de humor. Entre charlas y
discursos estuvo presente la fidelidad de Fontanarrosa por Rosario, su
profesionalismo en el trabajo, su pasión por el fútbol y por la amistad, y su
bajo perfil aún en su condición de figura pública respetada y admirada, rasgos
de un ser humano de gran sensibilidad, con un profundo poder de captación de la
cotidianidad y la realidad del país.
Además
de sus famosas historietas, con personajes que trascendieron fronteras como
Inodoro Pereyra o Boggie el Aceitoso, el Negro Fontanarrosa dejó un legado de 3
novelas (“Best Seller”, “La gansada” y “El área 18”) y una vasta serie de
cuentos incluidos en libros como “El mundo ha vivido equivocado”, “La mesa de
los galanes”, “No se si he sido claro”, “Uno nunca sabe”, “El rey de la
milonga”, “Usted no me lo va a creer”, y otros.
Escritor
y humorista gráfico de indiscutido reconocimiento internacional, Fontanarrosa
nunca dejó su ciudad. Aquí escribió sus historietas, cuentos y novelas. Rosario
fue su vida y su inspiración. Es por eso que este nuevo circuito llega para
sentir a esta ciudad como la sentía el Negro, recorriendo espacios que por
distintos motivos lo evocan, como el Sunderland Bar, el Teatro El Círculo, el
Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, el bar El Cairo, el bar La Sede o el
“Gigante de Arroyito”, como se conoce al estadio de su querido club Rosario
Central.
Vale
agregar que el circuito Fontanarrosa nació como un programa de la Usina Joven
de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Rosario. Fue desarrollado
junto a jóvenes estudiantes de los diversos institutos educativos terciarios y
universitarios de turismo de la ciudad.
Circuito entre mesas
La
vocación del Negro por los encuentros y las charlas compartidas entre mesas de
café se refleja en el trazado de este circuito, que entre otros lugares abarca
los siguientes bares y restaurantes:
-
Sunderland Bar: de manteles a cuadros rojos y blancos y buena gastronomía,
Sunderland Bar fue uno de los restaurantes elegidos por Fontanarrosa para
reunirse con amigos y hasta para festejar su cumpleaños (celebró allí sus 50 y
sus 60). De origen portuario, el bar fue guarida de marineros y con el correr
del tiempo se volvió trastienda de la bohemia y la vida cultural de la ciudad.
“Reconocido nido de piratas que atienden cautivas rusas”, como lo describe Joan
Manuel Serrat, Sunderland es lugar de anécdotas e historias. Hoy, con el sonido
del piano de visitas de fondo, se pueden observar dibujos y fotos de
Fontanarrosa como también de las grandes figuras que han pasado por este bar de
paredes verdes y buenos vinos.
-
Bar El Cairo: en Rosario se mantiene la vieja costumbre de reunirse con amigos
alrededor de la mesa de un bar, en distendidas charlas café de por medio. El
bar El Cairo es símbolo de esta tradición rosarina y en gran parte se lo debe a
la legendaria Mesa de los Galanes. Como Rosario, la mesa no tiene fecha de
fundación, aunque los primeros encuentros datan de 1980. Belmondo, Chelo
Molina, Chiquito Martorel, Ricardo “el Negro” Centurión, “El Colorado” Vázquez,
los turcos Jaraj y Carlos Galli, el Peruano, Pedro Jáuregui, Postiglione y el Zorro
son algunos de los galanes que, junto a Fontanarrosa, dieron cátedra de fútbol,
política y mujeres. Sus anécdotas fueron fuente de inspiración para muchos de
los cuentos más famosos del Negro.
-
Bar La Sede: “¿Y si nos mudamos de acá?”, preguntó Fontanarrosa en algún
momento en que el legendario bar El Cairo perdió atractivo entre intelectuales
y artistas y pasó a tener cada vez menos visitantes. Luego de recorrer otros
bares, fue La Sede -a una cuadra de la facultad de Humanidades y Artes- el
elegido para instalar la Mesa de los Galanes. Durante 10 años el Negro se
reunió aquí con amigos y desconocidos, dejando su impronta en las mesas de
café. Hoy en día, La Subsede, debajo del mítico bar, alberga espectáculos en su
nombre y suele poner en cartelera el humor de sus más prestigiosas obras.
-
Restaurante Escauriza: “Pocos rosarinos conocen que, lejos de designios tan
elevados como el de la creación de nuestra enseña patria, pero cerca de los
placeres cotidianos y domésticos, Rosario fue cuna del fenómeno gastronómico
conocido como picada”. Así expone el Negro en “La Picada, ¿una creación
rosarina?” donde un grupo de ingleses es sorprendido por esta invención
gastronómica. El lugar elegido para estas escenas fue Escauriza, un mítico
restaurante en la ribera norte de la ciudad, famoso por sus exquisitos pescados
de río, su excelente vista del Paraná y, por supuesto, sus tablas de picadas.