El Concejo Municipal celebró el ritual de la pachamama por primera vez en su historia



El viernes 1º de agosto el Concejo Municipal de Rosario celebró por primero vez en su historia la fiesta de la Pachamama, que contó con numeroso público donde dándose cita en el hall del Salón Puerto Argentino organizado por la comunidad de Pueblos originarios que homenajearon a la madre de la tierra. 
M. Fernanda Gigliani autora de esta iniciativa  y Miguel Zamarini, Presidente del Concejo en el momento del ritual de la Pachamama - Foto: Jorge Díaz -Asoc. Cronistas Parlamentarios
La iniciativa estuvo  a cargo de la concejala M. Fernanda Gigliani que expresó sobre esta festividad, la idea es poder institucionalizar todos los años para que se fomente la celebración en el concejo, porque es un proceso de reparación histórica hacia los pueblos originarios. El Presidente del Concejo Miguel Zamarini junto a la edila dieron la bienvenida y participaron del ritual, participaron los ediles M. Eugenia Schmuck, Aldo P. Poy, el Diputado provincial Oscar Urruty, Ariel Illanes del Consejo de Coordinación y Participación de la Dirección de Políticas Públicas Indígenas, representantes de diversas secretarías de la municipalidad de Rosario y  personal del concejo adhiriéndose a esta celebración. La música y el colorido a esta fiesta estuvieron a cargo de los grupos musicales Las Voces Tobas, de la Comunidad de Roullión y Sikuris de Tama. 

 Zamarini mostró su satisfacción por la aprobación del proyecto presentado por la concejala Gigliani, en la que se enuncia que “todos los primeros viernes de agosto de cada año se realizará el ritual ancestral de la Pachamama y  que queda de esta manera institucionalizado”.Señaló el edil.  

Cristina Choque, promotora Cultural de la comunidad de pueblos originarios señaló que, a raíz de un proyecto de la Concejala Gigliani en conocimiento con la decisión del Consejo de política de los pueblos originarios que existe ahora, a partir de la ordenanza Nº 9119 que fue votada por el concejo Municipal están abriendo muchas puertas a los pueblos originarios. Sobre toda en esta expresión es maravillosa hacer el ritual de la Pachamama. No es una fiesta más, es  venerar a la Madre Tierra, comprometerse con la madre tierra y a su vez pedirle a ella que nos de entendimiento para que nosotros seamos buenos seres humanos, porque  mientras  somos mejores humanos con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con la patria también lo vamos hacer. Generar  conciencia de respetarla, considerarlo que no es un ser humano, sino es un ser con vida. La Pacha más allá que la veamos estática, de color marrón, es un ser con vida donde nos brinda todos los alimentos, las alegrías y las penas las tenemos a través de la Pacha. Concluyó la representante de los Pueblos originarios.

El Ritual 

El Día de la Pachamama, cuyo ritual se realiza cada 1 de agosto. En el norte andino se cava un hoyo y se pone una olla de barro con pan y dulces, choclo, aguardiente, tabaco y hojas de coca. El primero de agosto es el Día de la Pachamama, por lo cual se impone agasajar con manjares a la Gran Madre Tierra y tomar una copita de caña con ruda para alejar los maleficios, tener buena suerte y salud.
La Pachamama, dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, debe ser agasajada por el hombre como a ella le gusta, porque los enojos de la Diosa de la Tierra son de temer: terremotos, sequías, inundaciones, heladas, incendios, granizo, huracánes, hambre, enfermedades y muerte.
En el norte andino, el ritual incluye cavar un hoyo donde se mete una olla de barro con comida, pan y dulces, espigas de choclo, una botella de chicha o aguardiente, tabaco y hojas de coca, para "carar" (alimentar) a la Pachamama, el que luego se cubre con piedras, hasta formar un montículo llamado "apacheta".
La veneración a la Pachamama es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, Dios Sol de los incas.
El primero de agosto se toma una copita de caña con ruda, brebaje que se prepara con anticipación para que macere: se compra una botella de caña, se echan dentro algunas hojas de ruda, se la cierra y se la guarda. Llegado el momento, se la sirve a los seres queridos para que tengan un buen año.
En el noroeste del país también se estila colocar amuletos: en el tobillo, la muñeca o el cuello, se ata un hilo blanco y negro de lana de llama o de oveja, hilado hacia la izquierda, y se lo conserva puesto hasta que se rompa.
En Salta y Jujuy, la celebración tiene tanta importancia como las fiestas conmemorativas de la Virgen María, a la que también se le ofrecen "apachetas"; la única diferencia es que a la procesión de la Virgen la preside un cura y a la de la Pachamama, un chamán.
"En tiempos de los incas el centro divino cambió trasladándose al Sol, y el culto a la Pachamama fue oscurecido y desplazado", rememora Huaman Luis Alberto Reyes, en sus escritos doctorales sobre religiones indígenas americanas.
Pero, el culto a la Pachamama sobrevivió, porque "la dualidad inca permitía -dice- que lo alto y masculino tuviera su contraparte baja y femenina"; y además, porque "el culto oficial del Sol tenía un sentido elitista: correspondía propiamente a los hijos de Inti, no a los simples hombres del pueblo".
Con la conquista española, Inti fue reemplazado por el Dios cristiano y con el tiempo se extinguió; pero a falta de otra diosa femenina, el culto a la Pachamama, en cambio, adquirió fuerza.
Las comunidades indígenas del noroeste argentino, Chile, Bolivia y Perú le rinden culto a la Pachamama durante un mes. Para los atacameños de la Puna chilena, el Día de la Pachamama es también su Año Nuevo: ese día comienza la Primavera, que para el calendario oficial nacerá recién en septiembre.
Según una leyenda, la diosa habita en el macizo del Nevado de Cachi (Salta) a 6.380 metros sobre el nivel del mar, en una de cuyas ocho cumbres habría un lago y una isla, donde un toro de astas doradas la custodia y emite nubes de tormenta al bramar.
Se la identifica con la Tierra, pero Pacha, en kolla, significa "tiempo". Rigoberto Paredes, estudioso de la tradición indígena, dice que "el mito debió referirse primitivamente al tiempo, vinculado en alguna forma con la Tierra: el tiempo que cura los dolores, el tiempo que distribuye las estaciones".
Las diversas lenguas indígenas habrían simplificado luego esta matriz y convertido a la Madre Tiempo en Madre Tierra.




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