Murales Símbolos de paz en el sur de Santa Fe

LOS MURALES DE VILLA CAÑÁS, TEODELINA Y SANTA ISABEL,

Ramiro Miret es artista plástico, tiene 31 años, vive en Villa Cañás y el paisaje de su lugar de trabajo siempre estuvo constituido por un cuarto, una lamparita de cuidada luz, una ventana, y unas telas, más el aroma del óleo y la soledad como telón de fondo. Por eso para él,acostumbrado a esa imagen, la de un artista trabajando en su taller,pintar un mural fue una experiencia nueva y a la vez conmovedora:aire libre, luz plena, una pared, y mucha gente a su alrededor siendo partícipe de la obra en construcción. Ramiro y unas quince personas que trabajaron regularmente, más muchas otras que acompañaron,pintaron el mural de Villa Cañás como parte del “después” del Querer, Creer, Crear, el programa del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe que pone en valor los bienes y servicios culturales de artistas, artesanos y micro emprendedores de toda la provincia.
Vale recordar que el Querer. Creer. Crear celebrado en Villa Cañás convocó oportunamente unas quince mil personas, que apreciaron durante tres días los trabajos de gente de las micro regiones D y E de la Región 5, Nodo Venado Tuerto: Carmen, Carreras, Chapuy, Elortondo, Hughes, Labordeboy, María Teresa, Melincué, Santa Isabel, Teodelina, VillaCañás y Wheelwright. El encuentro en Villa Cañás se realizó en dos grandes ex galpones ferroviarios que hasta el momento eran administrados por una cooperativa agrícola del lugar, los cuales fueron fueron acondicionados para la ocasión.
Como deriva de ese Querer... se emprendió entonces la tarea de pintar los tres primeros murales en la zona: uno en Villa Cañás, otro en Santa Isabel y un tercero en Teodelina. Algo que los equipos técnicos de la Secretaría de Programación Sociocultural y la Dirección de Programación Territorial -responsables del programa- ya habían llevado adelante meses atrás en nueve localidades del norte provincial.
El de Villa Cañás está pintado sobre una pared de 13,7 metros de largo por 6,5 de alto. Se trata de la pared de un edificio contiguo a la parroquia de la localidad, en Calle 55, entre Avenida 50 y Calle 52. “Para mí esto fue una experiencia maravillosa, algo totalmente nuevo. Debo decir que, quizás acostumbrado a mi trabajo en el taller, primero dudé delos resultados. O sea: dije que sí enseguida, pero no sabía si iba a funcionar. Y la verdad que sí, que fue extraordinario”, comenta Ramiro. “Estuvo muy bueno trabajar con tanta gente diferente,porque uno se fue nutriendo del otro y hubo como un intercambio inexplicable”, añade Ramiro, que dice recordar los mates, las facturas y la siempre bienvenida compañía de transeúntes y visitantes ocasionales.
 El mural de Villa Cañás reúne un puñado de elementos simbólicos. Está la imagen de una mujer que representa al lugar, con una corona de trigo sobre su cabeza; peces que evocan la laguna cercana; el pavo real remitiendo ala música, una pluma enredada en los cabellos de la dama que hace lo propio con la literatura. El boceto fue realizado por Leonardo Demarchi, profesor de plástica del Colegio San José, que sintetizó algunos elementos previos dibujados por sus alumnos. Pero fue sólo el dibujo, los colores fueron luego parte de la creación colectiva.
 En Teodelina, la idea depìntar un mural como deriva del Querer, Creer, Crear coincidió conun viejo anhelo de las autoridades locales del área de Culturamunicipal, según cuenta Graciela Camera, profesora de arte plástico.Así, soñada hace más de dos años, la tarea se realizó sobre lasparedes de la Terminal de Ómnibus, que está ubicada en el centro dela gran plaza, de unas cuatro manzanas.
 Es un sitio estratégico de Teodelina, ya que allí, particularmente los fines de semana, sedan cita cientos de personas de todas las edades para disfrutar del parque y los juegos. Graciela Camera cuenta que unas veinte personas se cargaron la tarea consecuente de pintar el mural, y desliza su satisfacción de que hasta sus nietos sumaron sus pinceladas. Ella,junto a los otros profesores de arte plástico del lugar, José Nobile y Carina Arditti, dieron cuenta del motivo a dibujar:“Nosotros aquí respetamos y queremos mucho nuestra tradición. Por eso el mural empieza con una imagen de la señora que donó las tierras para el pueblo, Teodelina de Alvear, y luego sigue con el mangrullo, el chañar, el paso de los flamencos hacia la laguna, los animales de la laguna”, narra Graciela. Pero sorprende con algo:“¡Y los parapentes, también los parapentes! En el mural están también los parapentes, que surcan ahora, en la actualidad, nuestro cielo los fines de semana...”.
Aníbal Milanesi es cocinero, tiene 30 años, y desde hace uno, aproximadamente, forma parte de API Revolución (API quiere decir Artistas Plásticos Isabelenses). Esta agrupación ya había pintado siete murales en Santa Isabel, por lo que para sus integrantes emprender la realización de un octavo como parte de una actividad posterior al Querer, Creer, Crear de la zona no era más que un lindo desafío. El trabajo reúne unas dimensiones notables, ya que en forma de ele recorre el antes y el después de una esquina, abarcando unos sesenta metros lineales.
Empero, como siempre, aunque todo parezca igual, algo diferente se cuela en estas historias. “Primero recorrimos los lugares del pueblo -recordó Aníbal-, para ver dónde lo hacíamos, y de repente pasamos por un parque ubicado en una zona muy humilde, donde juegan a diario un montón de chicos. Y con una particularidad: si bien allí hay muchos juegos instalados, los chicos juegan casi excluyentemente a la pelota, usan el parque como potrerito”.
Así las cosas, el motivo del mural se presentó también excluyente: “Tenía que ser el fútbol -dice Aníbal-, esa es la actividad que todos aman allí, en el parque ubicado en la intersección de San Martín y Chaco”. El dibujo pintado de un Diego Armando Maradona todavía niño hablando de su sueño de jugar un Mundial, luego otra de él adulto, ya con la camiseta de la selección nacional, y luego otras que hablan de asuntos del fútbol, misceláneas de las épocas, y de sueños, dan color y vida a la enorme pintura.
El viajero ocasional que recorra por estos días las calles de Villa Cañás, Teodelina y Santa Isabel, al advertir los murales, acaso sorprendido observe que en todos ellos aparecen rasgos comunes: la laguna cercana al pueblo que inunda la llanura, sus aves, sus peces, las cosechas, los árboles y las flores. Es el paisaje hecho historia viva, pintada. En algunos casos, los murales rinden culto a la tradición. En otros -como el de Maradona niño soñando jugar un Mundial- rezan deseos y sentencias a futuro: “los sueños se hacen realidad”. En uno u otro sentido,hubo un presente, colectivo y solidario, que los construyó, con pasión, como verdaderos símbolos de paz.

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