Opinión
Cabe
recordar que el presidente Raúl Alfonsín había derogado el feriado del 2
de abril impuesto por su antecesor de facto, Reynaldo Bignone, y lo
trasladó al 10 de junio, día en que en 1833 asumió Luis Vernet como
gobernador de las islas, con el título de Día de la Afirmación de los
Derechos Argentinos sobre las Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Luego, durante el gobierno de Fernando de la Rúa se decidió volver al feriado anterior.
Para
nosotros es un tema complejo. Hay múltiples lecturas y visiones sobre
el hecho. Se lo embarra mucho con cruces ideológicos y sobre todo
conyunturales. Difícil es tratar de ser ecuánime y racional cuando el
corazón está involucrado. Del 2 de abril al 14 de junio de 1982 el país
estuvo pendiente del conflicto bélico, con el que se intentó recuperar
las Malvinas. Desde 1833 hasta 1982 habían pasado 149 años de reclamos
pacíficos.
El sistema internacional es dinámico y el status
actual puede cambiar por hechos o circunstancias que hoy todavía
desconocemos. Por eso es fundamental enmarcar Malvinas dentro de una
politica de estado que trascienda los gobiernos de turno. Donde todos
debemos participar, la Sociedad Civil, el Estado, los Partidos
políticos, y generar un debate constante que permita una discusión
madura, racional; y tener la paciencia necesaria para entender este
período como algo a muy largo plazo.
Se hace necesario destacar algunas cuestiones que,
quizás con el transcurrir de los años, la historia va dejando de
recordar. Galtieri utilizó la política exterior como fuente de apoyo y
de trampolín para sus proyectos personales. Creía que era preciso
restituir el poder político en el país y revitalizar un proceso militar
que estaba dando inequívocos síntomas de agotamiento. Esta acción por
parte del gobierno implicó que se llevaran adelante distintos cambios,
que incluso generaron realizar un giro de 180º en la política exterior
del país. Durante el el gobierno de facto, la guerra de Malvinas
representó el paso de una política “occidentalista” a otra
“tercermundista”, al enfrentar a un país aliado a EE.UU. como Gran
Bretaña.
La Guerra de Malvinas obligó a elaborar un discurso político y a
ejecutar políticas que chocaban frontalmente con las creencias
filosóficas y las imágenes sustentadas por los líderes de la dictadura
en ese momento. Así, el gobierno de Galtieri, a pesar de conservar su
autoimagen de “bastión de Occidente”, se vio compelido a replantear su
política internacional y a declararse dispuesto a recibir “la mano de
quien se la quisiera dar”, sobre todo pensando en la Unión Soviética.
Sumado a esto y en otra de las contradicciones que
nos dejó la guerra y la dictadura, el negociador argentino con EE.UU. y
Gran Bretaña, el Canciller Costa Mendez, era presidente de la Compañía
General de Combustibles (CGC) del cartel petrolero anglo-americano, y de
Unitan (ex La Forestal, de capital británico), lo que permite pregutnar
¿a qué intereses estaría defendiendo el Canciller en la negociaciones?.
Desconociendo la historia, barriendo con los avances
diplomáticos logrados sobre todo durante el gobierno del doctor Arturo
Illia, la megalomanía de los uniformados y civiles que ocupaban
militarmente la Argentina desde 1976 los llevó en abril de 1982,
apurados por la explosión de la protesta social, a poner en marcha con
total improvisación la recuperación de las Malvinas. No cabe ninguna
duda de los legítimos derechos que nos asisten, como no cabe ninguna
duda que hemos aprendido que ninguna decisión de una dictadura puede ser
favorable a la nación y al pueblo, porque su misma condición es
antinacional y antipopular.
Capítulo aparte: Los héroes de Malvinas
El
2 de Abril “es el día en que recordamos a los que se fueron y no
volvieron; a los que aún no pueden volver, perdidos entre tanta neblina y
dolor; a los que ya no volverán porque no están; a los que volvieron y
fueron prácticamente escondidos, privados de la posibilidad de
expresarse para contarle a su país que había sido engañado y para hablar
de sus estados anímicos, sus dolores, sus heridas y sus angustias".
La política en general, y la política exterior en
particular de la Argentina es una construcción histórica, y la historia
de nuestro país no está formada, solamente, por los éxitos históricos,
las batallas ganadas y los actos heroicos. La forman también las
decisiones fallidas, las derrotas, las deslealtades, las traiciones, las
pequeñas y grandes miserias.
No debemos ignorar, ni ocultar, nuestros errores históricos sino
asumirlos y reconstruir el país permanentemente sobre la base de su
revisión más completa. Y simultáneamente debemos bregar por una política
de Estado, e intentar constantemente abrir espacios de debate y
concientización sobre Malvinas, la Antártida y los recursos estratégicos
de Argentina.
No debemos olvidar a los héroes de Malvinas que
dejaron todo por todos. Es fundamental en ese sentido que los jóvenes se
involucren en política tanto interna como externa, y que tengan como
uno de los temas a reflexionar la integridad territorial, las islas del
Atlántico sur, sobre todo las Islas Malvinas.
Desde lo más profundo de nuestro corazón damos un
sentido homenaje a todos los que dejaron su vida en Malvinas por una
causa claramente justa, comandados desde Buenos Aires, por los más
ineptos e injustos servidores del Imperio que hoy luce orgulloso la base
más austral de la alianza financiera-militar más poderosa que recuerde
la historia.
Fabián Peralta
Diputado de la Nación