María Luisa Beatriz Terán
Revés. Terán de Weiss brilló en los 40 y 50 y fue marginada por peronista. El estadio de Parque Roca lleva hoy su nombre |
El cartel es pequeño y hasta parece débil. Sin embargo, a pesar de que el temporal del 4 de abril hizo estragos a su alrededor derribando árboles y grandes estructuras metálicas, se mantiene firme. Está a metros del cruce de las avenidas Fernández de la Cruz y Varela, en el límite de los barrios de Pompeya y Villa Soldati. Aunque oxidado y con sus colores desteñidos, en la chapa aún se puede leer: “Cantero Central Mary Terán de Weiss”, dándole nombre a ese sector callejero con poco verde y mucho abandono. A esta altura, el cartel resulta un verdadero símbolo: a la mujer que homenajea, los peores vientos tampoco pudieron derribarla.
María Luisa Beatriz Terán nació en Rosario (Santa Fe), el 29 de enero de 1918. Era la hija del dueño del buffet del Rowing Club y a los 7 años ya jugaba al tenis, aunque también se lucía en natación. Tanto que, a los 15, competía cruzando a nado el ancho río Paraná. Pero a los 22, hubo algo clave en su historia personal: en un viaje en tren conoció a Heraldo Weiss, entonces campeón argentino y capitán del equipo argentino de Copa Davis. Con el casamiento no sólo encontró una figura importante para su vida. También creó una marca triunfal para el deporte argentino: pasó a ser simplemente Mary Terán de Weiss.
Dueña de un gran revés y un buen drive y basándose en su gran movilidad, tuvo una campaña importante: ganó 832 de los 1.100 partidos que jugó, incluyendo singles, dobles damas y dobles mixtos. Y fue número uno en el ranking argentino en 1941, 1944, 1946, 1947 y 1948. También se destacó triunfando en 28 torneos internacionales y en los Juegos Panamericanos de 1951, donde ganó dos medallas de oro y una de bronce. Ya la consideraban una de las mejores del mundo.
Pero no todo fue alegría en su vida. Primero, por una enfermedad, murió su marido. Después, en 1955, le mataron sus sueños. Por su militancia en el peronismo y por haber querido convertir al tenis en un deporte popular, incorporando a otras clases menos elitistas, sufrió cuatro años de exilio en España y hasta la incautación de bienes. Cuando volvió, en 1959, sólo el club River Plate (lo presidía Antonio Liberti) la integró a sus equipos de tenis. Pero a en cada torneo, los rivales no se presentaban para no jugar con ella.
Alguna vez, ya siendo viuda, le adjudicaron un romance con Perón, por entonces también viudo. Y se cuenta que él hasta le ofreció una relación formal, con casamiento incluido. Pero ella no quiso por respeto a la memoria de Evita. Esa militancia le iba a costar marginación. Ignorada durante años y casi no reconocida por los gobiernos (recién en 2007, la Legislatura porteña le puso su nombre al estadio del Parque Roca, pero eso aún sigue generando polémicas) Mary Terán de Weiss se suicidó en 1984. Fue en Mar del Plata y se tiró de un séptimo piso. Tenía 66 años.
Contra viento y marea, Mary es leyenda dentro del deporte y la vida de los argentinos que la recuerdan. Tanto como esa otra historia que habla de las sirenas que hace un siglo y medio acechaban a los arrieros quienes, después de largas jornadas junto al ganado que traían a la ciudad, iban a bañarse al Riachuelo, en la zona del actual Puente de la Noria. Dicen que las sirenas primero los seducían cantando y luego, ya dominados, se los llevaban a las profundidades. Pero esa es otra historia.